Recibí el texto que a continuación reproduzco por parte de una persona muy especial y bueno, me dejó sin palabras. Tanto fue así que, pese a no contar con su permiso explícito, lo comparto con vosotros.
“Julio Romero de Torres pintó a
la mujer morena
Con los ojos de misterio y el
alma llena de pena”
“Guapa”, escribiste.
“Guapa”.
¿Qué he de contestar? Cuando era pequeña siempre daba las gracias ante
cualquier piropo, la gente se sonreía y decía que no debía hacerlo. Puede que esta
vez simplemente acepte que me digas guapa ¿Mas qué significa para ti ser guapa?
¿Pudiera ser guapa cual princesa griega? ¿O guapa cual diosa romana?... me hace
reír. Realmente sé que no se trata de una mera descripción física. Y si lo fuera, qué decir, me sorprendería.
Guapas son las mujeres que me rodean, andaluzas morenas de cuerpos curvilíneos,
largas melenas y ojos dulzones ¡Viva mi lado lésbico! Cómo negar que veo
belleza en todas las mujeres y atractivo en una porción no desdeñables de
ellas.
Andaluzas
Morenas
… Morenas, como las mujeres de Julio Romero de Torres, mitad humanas
mitad seres mitológicos, lanzando su mirada desde aquel lugar oscuro del alma
donde nadan sus secretos.
Y yo aquí ¿Y yo,
aquí, soy guapa?
Entonces vuelvo
mi mirada a la Dama de Mata. No nos engañemos, el cuadro se debió hacer por
encargo, pero ¡cuán dulce es descubrir a la excepción que confirma la regla! La
Dama de Mata, antítesis de la mujer gitana, aparece descrita por finas
pinceladas que descubren un fino cuerpo cubierto por finos brocados y coronado
por finos cabellos rubios que forman una corta melena rizada. Difícilmente la
rosa que aparece junto a la mano de la joven es más delicada y voluble que
ella. Y sin embargo, igual que al resto de sus damas, Julio la dotó de orgullo
y dureza en su mirada azul.