domingo, 17 de julio de 2016

Sangre en los labios

Me han sangrado los labios;
Por mordiscos, jugando, camino de un clímax
Que, cuando pasa, nos recuerda 
Que somos dolorosamente humanos.
Las amé con fuego, les di lo que tenía, 
A veces feliz, a veces no. Aprendiendo.

Me han sangrado los labios;
Me los han roto en la puerta de un bar.
He intercambiado codazos y patadas
Con más hijos de puta de los que puedo recordar.
Si me pegué, me pegué con todo.
A veces gané, a veces no. Aprendiendo.

Y es que si me enamoro de una mujer
Que me roba el aire de los pulmones
O me parto la cara con un cabrón
Que me saca quince centímetros
En realidad estamos un poco en las mismas.
Vamos a darnos todo, cerca, sin dejarnos respirar.
Hasta que nos muramos o hasta que no podamos seguir haciéndolo.
Y parte del encanto del frenesí reside en lo impredecible del dolor,
En no saber si vas a resultar bien parado,
En las cicatrices, cuando hay cicatrices.

Yo he escupido mucha sangre por los dos motivos.
Y aquí sigo, renqueando, 
Acusando ciertos estragos,
Pero dispuesto a seguir escupiendo sangre, 
A entregarme a amores quijotescos si el corazón me lo pide, 

A embestir ciegamente contra molinos cuando me parezcan gigantes.

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