#elclubdelospoetasvivos
Galones
Mi bisabuela rechazó a un prestigioso poeta por un tipo
que la hacía sentir mujer cuando arqueaba
las cejas.
Al respirar era capaz de arrancarle pedazos
de alma
a las personas que tenía cerca.
Mi bisabuelo boxeaba por dinero y salía a pescar los días
de tormenta
en un bote cochambroso, la virgen del Carmen lo protegía
o eso decía él.
Era capaz de levantar a pulso la furgoneta con la que
repartía gaseosa.
Mi abuela cantaba mientras ponía el
tendedero, y el patio interior
de aquel bloque de pisos encalados y
minúsculos
se llenaba de rostros que la contemplaban
con mudo respeto.
Mi abuelo reparó el mismo reloj de sol
durante quince años,
después de hacer las tareas de casa,
para que unos vándalos lo volvieran a
destrozar.
Un tipo cariñoso y metódico que una vez se
peleó en el trabajo.
Mis padres accedieron a una formación
universitaria
y fueron el orgullo de sus familias.
Mi madre se doctoró sacando dos críos
adelante,
y no sabría decirte las tardes que vi
estudiar a mi padre.
Esos son mis ancestros inmediatos,
Y esos son sus galones.
Sus grandezas cotidianas,
Lo que vive dentro de los que los viven y
los vivieron.
Para que me entiendas.
Cuando me muera,
Ojalá me recuerden por la luz de mis ojos,
Lo franco de mi apretón de manos,
O que reaccioné con humanidad
En una situación complicada.
No hay muchas más cosas que importen ni
necesito otras medallas.
La diosa defenestrada
El
ser humano siempre tuvo la necesidad de ir más allá.
De
dar sentido, de encontrar la trascendencia.
Hicimos
del sol un Dios, y del mar, y del viento.
Hicimos
un Dios de lo que percibíamos como un eje de nuestra existencia.
En
las estepas heladas de Kirguistán
Las
tribus nómadas adoraban a las rocas,
Por
ser lo único que mantenía color y forma en un paisaje blanco y homogéneo.
Por
ser un eje, por conservar su fuerza.
¿No
era entonces lógico
Que
yo sacralizara tus pasos
Por
venir a dar color a mis días oscuros y herméticos?
Si
soplabas mis velas en mil lunes de calma chicha,
Si
eras la belleza axial de mi rutina esteparia,
Cuando
te convertí en una Diosa con la capacidad de fallar
Seguí,
en última instancia, los designios de mi naturaleza.
Si
se hubiera arrancado a los egipcios de las orillas del Nilo,
Si
el Amazonas les hubiera sido dado a conocer a los aborígenes kirguisos,
¿No
hubieran dudado? ¿No hubieran relativizado?
¿No
se hubieran enfrentado con maravillosa incertidumbre
A
un mundo lleno de variables ignotas y cambiantes?
Y
sus Dioses, sus ejes, se acabarían tornando irrelevantes.
De
la misma forma, acabé apreciando los matices de la existencia,
Y
entendiendo, al vivir en diferentes entornos,
Que
un hombre atormentado no puede emplear el amor
Como
bálsamo para redimirse de su circunstancia
Y
que el eje de una existencia es algo complejo y desconocido
Que
no ha de ser depositado a la ligera.
Y
ahora, tras haber defenestrado a mi Diosa,
Me
hallo en calma, asumo mi culpa de enamorado y de ignorante
Y
queriendo encontrar respuestas, por fin
Estoy
preparado para comenzar a hacer preguntas.
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