Errores
Hoy vuelvo a esos andenes en los que no te besé para despedirte,
y entiendo que te quise para siempre
hasta que dejé de hacerlo.
Vuelvo a la plaza en la que debí pasar más tiempo con mi abuelo,
cuando Roberto Carlos era el mejor y yo era,
a fin de cuentas, inocente.
Vuelvo a las calles que me dieron amigos para toda la vida, amigos
que a la larga me fallaron, o les fallé, o lo que es más probable:
diferimos en cuanto a expectativas.
Y aunque voy a seguir fallando, voy a tratar de fallar mejor.
Y así sigo, casi sin tiempo e insomne, pero clarividente cuando te digo
lo que los romanos parecían tener tan claro:
Que carpe diem, que tempus fugi
y que a vivir, como a besar,
se aprende improvisando.